Centro Colombiano de Estudios Profesionales

La Calidad de la Educación y la Investigación
Entre los dinteles de la historia y el precipicio de nuestros días.

Coordinación de investigación.


El Congreso Internacional de Evaluación de la Calidad de la Educación Superior y la Investigación, celebrado en la ciudad de Bucaramanga entre los días 21 a 23 de agosto de 2013, abrió múltiples espacios para hacer visibles los más diversos asuntos que inciden en la calidad de la educación superior. La ciudad anfitriona del congreso no deja lugar para evadir cualquier referencia histórica en virtud de su papel en épocas cruciales de nuestra consolidación como república democrática y en la búsqueda de un emplazamiento como nación. El presente artículo se desarrollará en dos momentos: uno histórico que dará cuenta de las gestas educativas por mejorar los estudios en la colonia y otro momento en el cual, a partir de la intervención en el congreso por parte de Margarita Peña, directora del ICFES, se recogen algunos elementos de la evaluación de competencias genéricas, específicamente en lectura y escritura, cuidando de no romper el hilo que une dos circunstancias aparentemente distantes en el tiempo.

 

Muchos lugares de nuestra excelsa geografía evocan irremediablemente situaciones específicas de la historia que han tejido una urdimbre de sentidos sociales, políticos, económicos, religiosos y culturales. Uno de ellos, tal vez de gran significancia por la densidad y continuidad de acontecimientos históricos, desde los aciagos tiempos de la colonia hasta los crueles días de las sangrientas guerras civiles, es precisamente la región noreste del país donde hoy se encuentran los departamentos santandereanos con sus capitales Cúcuta y Bucaramanga.

Y es que ahí, en esas tierras, se levantaron impetuosamente, con fuerza y vigor, los primeros movimientos comuneros, los cuales, aunque aceptaban el mandato real, pretendían deslegitimar el mal gobierno ostentado por virreyes, arzobispos, oidores, fiscales, secretarios y otros funcionarios menores pero con gran incidencia en la vida de la Colonia Neogranadina. No se trataba de algo diferente a aquello que los hombres y los pueblos llevan en su propia esencia como condición primaria de su existencia; la incesante búsqueda de la libertad frente a la naturaleza y a sus congéneres.

Para recordar de manera precisa pero desprovista de cualquier pretensión arcontológica, basta con mencionar los nombres de José Antonio Galán (1741-1782), Manuela Beltrán (1781), Antonia Santos (1782-1819), asociados a lugares como Chalará, El Socorro, Pinchote, La Mesa de los Santos y San Gil. Otros, en momentos muy posteriores, en las últimas décadas del siglo decimonónico y en la madrugada del siglo XX, continuaron en modo diferente la interminable lucha por la libertad. Así, Aquileo Parra (1825-1900) quien naciera en la alucinante Barichara, población de calles empedradas y casas blancas con mojinetes simples y pequeños balcones tallados en madera, dejó en su paso por la Presidencia de la República el fortalecimiento de la educación pública y laica debiendo enfrentar por ésta última condición la oposición armada de contendores políticos y religiosos en la guerra civil de 1876.

Pero también, por estos mismos pasajes, transitaron hombres que cincelaron historia sin ser nativos de esas latitudes: Francisco Antonio Moreno y Escandón nacido en Mariquita en el año 1736, quien hizo parte de la reducida fronda burocrática criolla –no más de cinco en toda la historia de la colonia- desempeñando su papel como fiscal, entre otros cargos, debió someterse a duras críticas y resistencias por parte de los comuneros en 1781, precisamente en la Villa del Socorro (Melo, Jorge Orlando, 1985); Rafael Uribe Uribe, triunfante en la batalla de Peralonso (Octubre de 1899); el derrotado Santos Vargas en la fatídica y tenebrosa batalla de Palonegro (Febrero de 1900), determinante de la historia reciente de nuestros días y el triunfante, en esa misma batalla, Próspero Pinzón, quien a pesar de la gloria, abrió la puerta para el inimaginable "suplicio o arte de las sensaciones insoportables" evocando a Foucault (1998), marco del delirio de la guerra de los mil días en el doloroso pergamino de la historia de Colombia.

Es probable que el precoz lector se haya preguntado por la relación entre lo sugerido en el título de este corto texto y lo que va en el desarrollo del mismo. Se podría parcialmente otorgar razón a la insinuación del cuestionamiento, corriendo el riesgo de fracturar la comprensión de fenómenos sociales que como el de la educación, lo es, al decir de March Bloch, un hecho histórico de larga duración que no se ajusta a los siglos cronológicos sino a los siglos históricos, además de no contar con relativos puntos de partida que pudieran establecerse como orígenes tributarios de explicaciones o de interpretaciones. Al respecto, el cofundador de los Annales argumenta que "La explicación de lo más próximo por lo más lejano, tan preciado por los hombres que hacen del pasado su principal tema de investigación, no pocas veces ha dominado nuestros estudios hasta la hipnosis. Bajo su forma más característica, éste ídolo de la tribu de los historiadores tiene un nombre: "la obsesión por los orígenes" (Bloch,1996). En esa misma dirección, Walter Benjamín, con aliento poético expresa que "El pasado lleva un índice oculto que no deja de remitirlo a la redención. ¿Acaso no nos roza, a nosotros también, una ráfaga del aire que envolvía a los de antes? ¿Acaso en las voces a las que prestamos oído no resuena el eco de otras voces que dejaron de sonar? ¿Acaso las mujeres a las que hoy cortejamos no tienen hermanas a las que ellas no llegaron a conocer? Si es así, un secreto compromiso de encuentro está entonces vigente entre las generaciones del pasado y la nuestra. Es decir: éramos esperados sobre la tierra. También a nosotros, como a toda otra generación, nos ha sido conferida una débil fuerza mesiánica, a la cual el pasado tiene derecho de dirigir sus reclamos" (2010).

Se trata entonces de reconocer en todo hecho la presencia del pasado en un continuo lineal construido con infinidad de episodios circulares como lo esgrime Kosseleck (2000) en los Estratos del Tiempo. Es aquí donde se hace necesario detenerse para constatar en las actuaciones de Francisco Moreno y Escandón, quien de manera osada se atrevió a desafiar el inmenso poder del clero, un verdadero interés por los mejores estudios y la consonancia de los mismos respecto a las necesidades de la Colonia, impartidos en las dos universidades de la época. Jorge Orlando Melo (1985) señala que: "Moreno, enterado, amplió sus argumentos en un memorial de diciembre de 1769, en el cual atacó el estado de la enseñanza impartida por los religiosos". En su opinión, los grados se conferían sin ningún rigor, y la enseñanza era del todo insuficiente: se ignoraban los verdaderos fundamentos de la ciencia, y sólo se manejaban "aquellos autores triviales, que más fácilmente contribuyen al estilo silogístico y método peripatético". El método peripatético –relativo a la escuela filosófica aristotélica- resultaba anticuado frente a las nuevas exigencias del próspero mercantilismo y espíritu berberisco del colonialismo. Desde aquel entonces, la educación superior en Colombia devela su dependencia de intereses diversos poniendo en cuestión la autonomía de la que se jacta, al menos teóricamente y por ende, el rigor y seriedad con que se imparte.

Ante la fuerte resistencia por parte del clero para modificar sus prácticas en la educación, Moreno propone la creación de la primera universidad pública en la cual se esperaría que se formaran los hombres, nuevos criollos que dirigieran el gobierno y que sobre todo administraran las complejidades del creciente comercio de Indias. La iniciativa de Moreno es la primera propuesta de reforma que se conoce en la historia de la educación superior en Colombia. La dinastía Borbónica aceptó los argumentos de Moreno por su alto grado de razón pero, irónicamente, el proyecto educativo colonial debió posponerse hasta épocas republicanas santanderistas cuando se crea la primera universidad pública de efímera duración –Universidad Central en 1826-. De todo el gran esfuerzo de Moreno queda hoy lo que conocemos como la Biblioteca Nacional creada en 1777, una extensión necesaria a lo que el fiscal soñó como la Reforma de los Estudios.

De ahí en adelante, múltiples debates y tensiones han bordeado el campo de la educación, pasando por los discursos de Bentham, la abolición de las universidades y la libertad de enseñanza sin otorgar títulos para ejercer las profesiones, el sistema pestalozziano, la creación de la Universidad Nacional, el Decreto Orgánico de la Instrucción Pública Primaria DOIPP y el Decreto Orgánico de la Universidad Nacional DOUN (1870) los cuales establecían dispositivos de vigilancia y control de todo el sistema educativo, la guerra de las escuelas (1876), el retorno a la educación confesional a partir de la Regeneración de Nuñez, la pedagogía católica, la escuela activa y todas las reformas del siglo XX (Zuluaga, O. Lucía, 2004), hasta lo que hoy nos incita en torno a lo que denominamos calidad y pertinencia, términos que por supuesto resultan anacrónicos frente a la brevísima reseña histórica aquí esbozada, en razón de que ellos son el resultado de los traslados semánticos desde los discursos industriales contemporáneos y de posguerra, los cuales, de facto no encajan en el entramado narrativo de la historia de la educación en Colombia. No sobra señalar que todo lo anterior se ha movido al tenor de los intereses partidistas y religiosos con algunas variaciones que han incluido las demandas de algunos sectores económicos.

De lo anterior, no resulta difícil concluir que la batalla por una mejor educación –así no haya alcanzado significativos logros- no es un asunto exclusivo de recientes políticas públicas como lo esgrimen algunos autores, quienes temporalizan ese propósito en la década de los 90 después de la constitución del 91, la promulgación de la Ley 30 del 92 y otros eventos que se orientan hacia la evaluación y la estructuración del Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior SACES,(Tobón, 2007). La persistencia en los problemas de calidad en la educación superior solo pueden ser comprendidos y superados en la medida en que se identifiquen las causas presentes y las del pasado próximo y lejano para no perderse en sus propias huellas. Las soluciones aisladas y desconectadas, no deconstruídas, se instalan en tecnologías educativas que han pasado a la historia como modelos olvidados o ensayos que consumen enormes recursos y dejan profundas frustraciones acompañadas de negativos impactos sobre todo en poblaciones con pocas posibilidades de acceso a la educación.

El Congreso Internacional de Evaluación de la Calidad de la Educación Superior y la Investigación, celebrado en la ciudad de Bucaramanga y ya referido, fue un escenario que dio cuenta de los esfuerzos gubernamentales, institucionales y de la comunidad académica y científica del país por alcanzar logros que superen las dificultades en términos de calidad de la educación y la investigación en los inicios de la segunda década del presente siglo tanto en Colombia como en otras naciones del mundo y una oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido a lo largo de más de trescientos años de historia de educación superior en Colombia en un contexto de hostilidades y fuertes tensiones.

En el marco de los tres ejes temáticos estructurados en el Congreso –Política Educativa, Ciencia, Tecnología e Innovación, Concepciones y Prácticas Pedagógicas-, fueron expuestos temas como "acreditación, autoevaluación, diseño curricular, gestión de calidad, aspectos gubernamentales como metas sociales en educación, financiación de la educación y la investigación, retención y promoción en el sistema educativo, aspectos académicos como el rol docente en la educación, la evaluación y la investigación. Aspectos sociales como la percepción del sistema por diferentes actores, identidad, inclusión y atención a población vulnerable, investigación, procesos de acompañamiento a estudiantes, metodología del aprendizaje, formación integral, formas de evaluación, apropiación de la tecnología, el papel de Bienestar Universitario, y formación por ciclos propedéuticos, entre otros temas". (Memorias del Congreso, 2013).

Como ya se había advertido, referiremos de manera muy precisa y sintética el asunto concreto de la evaluación de la calidad de la educación superior en Colombia a través de las pruebas Saber Pro y a una situación muy particular derivada de sus resultados. Es necesario precisar que estos exámenes son solo un instrumento entre varios para tomar el pulso a la calidad; otros instrumentos son los registros calificados y los procesos de acreditación. El Instituto Colombiano Para la Evaluación en la Educación ICFES, es el encargado tanto del diseño como de la ejecución y valoración de los resultados de las pruebas, actuando como el ente adscrito al Ministerio de Educación Nacional MEN, encargado de las evaluaciones oficiales de manera exclusiva desde el año 2009, según lo manifestó su directora Margarita Peña Borrero. Las campañas de mejoramiento a partir de los resultados de las pruebas están a cargo del MEN.

Sin entrar en discusiones sobre los fundamentos de las pruebas y sobre su eficacia, éstas evalúan competencias genéricas y específicas respecto a un grupo de referencia constituido por un conjunto de programas con características similares definidas a partir de criterios provenientes del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior SNIES, del MEN, de la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación CINE y del número de evaluados. Estos grupos de referencia se han establecido para programas universitarios, técnicos profesionales, tecnológicos y normalistas. Por ejemplo, los grupos de referencia de interés para la FCECEP son Administración y turismo – tecnológico, Ingeniería, industria y minas – tecnológico y TIC – tecnológico.

Dentro del grupo de competencias genéricas se evalúa la lectura crítica, el razonamiento cuantitativo, la comunicación escrita, las competencias ciudadanas y el inglés. En éste punto ya estamos cerca de la boca estrecha del embudo; la comunicación escrita, la lectura crítica y el razonamiento cuantitativo. No es relevante referirse a la mecánica evaluativa toda vez que algún interés o duda al respecto podrá ser allanada consultando los medios de información oficiales. Interesa referirse a los fenómenos que subyacen en los resultados de las pruebas, cuya interpretación deberá necesariamente remitirnos a asuntos curriculares que engloban las prácticas pedagógicas, la didáctica, el ejercicio investigativo, los mismos instrumentos de evaluación, la formación de los docentes, la organización institucional, las estructuras organizacionales para la transmisión disciplinar (componente disciplinar en el plan de estudios o mallas), los factores de deserción y mortalidad, las estrategias de permanencia, el bienestar institucional, entre muchos otros que están inexorablemente ligados como elementos de un mismo sistema llamado currículo. Los resultados de las pruebas no pueden ser una simple métrica de competencia y comparación para relucir el vigor y esconder las delgadeces.

Según la directora del ICFES, "existen dificultades en las competencias genéricas relativas a la lectura crítica y la comunicación escrita en los estudiantes de educación superior. En las carreras universitarias se evidencian bajos niveles pero estos resultan críticos en los programas técnicos y tecnológicos tal como se observa en las pruebas 2012-2".

Y no es para menos. La lectura y la escritura dejó de ser una preocupación de primer orden de los docentes y por tanto, dramáticamente desconocida por los estudiantes. La apropiación de textos no generados en el ejercicio profesoral y su utilización como un simple requisito de forma bajo la trivial excusa de que ya "todo está dicho", ha dado al traste con uno de los más importantes propósitos de formación que hoy se categorizan en competencias genéricas puesto que deben hacer parte del bagaje común de todo egresado de la educación superior.

No se trata de la lectura rápida de unos cuantos centenares de palabras por minuto. Se alude a la otra lectura que conduce a la comprensión o a la explicación de la realidad, lugares que implican el paso por la aprehensión. Es aquí donde el texto se torna histórico, paradójicamente universal y a su vez limitado por una disciplina o un saber, tejiendo un complejo entramado de conocimiento a partir de otras experiencias de aprehensión de otros textos. Si ésta sencilla ecuación de la lectura se resuelve con éxito, no habría razón para negar el ingreso a su dimensión crítica, aquella en la que nuestros estudiantes de tecnología no develan propiamente una competencia ligeramente desarrollada de acuerdo a los resultados de las susodichas pruebas.

Los comités curriculares de los programas deben estar en permanente observancia de éstos hechos y diseñar estrategias que busquen paliar los adversos efectos de esa gran debilidad que deja inconcluso el proyecto de formación tecnológica. Evaluar el desarrollo de los contenidos en relación con la intensidad en lectura de textos, preferiblemente escritos por los mismos docentes o en su defecto, debidamente seleccionados, comentados y conectados al discurso en el aula. Proponer de manera permanente el fortalecimiento de las competencias académicas de los docentes mediante talleres puntuales y dirigidos de manera específica, además de evaluables en cuanto al impacto en el desarrollo de su compromiso disciplinar. Vigilar que los espacios asignaturistas de lectoescritura persigan y mantengan claros objetivos extensibles a lo largo de toda la carrera y especialmente, sustraer del vacío a nuestros estudiantes que arriban suspendidos en el posmodernismo, profundizado gravemente por el indebido uso de las tecnologías informáticas.

La otra parte de la dupla lectura-escritura, se logra con menor dificultad tras haber agotado el primer esfuerzo de enfrentar el texto para comprender y explicar; la escritura no es un simple proceso gramatical en tanto sea ella un medio comunicativo. Los datos transmitidos a través de una red informática, obedecen a un protocolo previamente establecido como regla de comunicación así como la gramática es regla en la escritura de la palabra. No obstante, en ambos casos, los datos y las palabras llevan inmerso el sentido proporcionado por una estructura lógica - regularmente matricial en los primeros- y esencialmente lingüística en el segundo, reflejando, adicionalmente al sentido, la inexorable coherencia como garantía de la calidad en la comunicación.

Nuestro PEI, enarbola un sujeto crítico y autónomo además de consciente de la existencia del otro. ¿No es la lectura y la escritura una experiencia que señala el camino de la crítica, la autonomía y la consideración del otro por su condición intrínseca de dispositivos de comunicación?. Es una experiencia comunicativa que no puede quedarse instalada en el plano de la información y la sensación (conductismo), debiendo trascender a la transformación; una experiencia desde el otro mediando la lectura y para el otro, facilitada por la escritura. Este bello dúo, constructor de sujetos, también construye sociedades cultas, destruye egoísmos y vanidades intelectuales y al mismo tiempo interioriza una experiencia delatora del otro. Al decir de Martín Jay (2009), " El sujeto de la experiencia, antes que un ego soberano, narcisista, depende siempre en un grado significativo del otro -tanto humano cuanto natural- situado más allá de su interioridad"(2009).

Quiérase aceptar o no, las pruebas Saber Pro, al evaluar el desempeño en lectura crítica y elaboración de textos con sentido y coherencia, está dejando en la conciencia de las instituciones de educación superior, el reconocer la existencia de prácticas que las diferencie de otras ofertas educativas y verificar la consistencia de sus PEI donde se supone que reside la intención formativa. Así, la evaluación de la calidad por parte del estado es una situación ex post que previene incrementar el número de víctimas que ya dejó un sistema despedagogizado en el que cabe una gran responsabilidad en las prácticas docentes. La preocupación surge, no tanto por el resultado de las pruebas, sino por el significado y las implicaciones de unos sujetos devueltos a la sociedad en condiciones similares a aquellas que fueron motivo de desvelo y frustración de los sueños de Francisco Moreno y Escandón.

BENJAMÍN, Walter. (2010). Tesis sobre la historia y otros fragmentos. Bogotá. Ediciones Desde Abajo. Pg. 20
BLOCH, Marc.(1996) Apología para la historia o el oficio del historiador. Instituto Nacional de antropología E Historia de México. Eds Masson y Armand Colin. Pg 59.
FOUCOULT, Michel. (1998). Vigilar y Castigar. Siglo XXI Ed. México, pág.16.
KOSELLECK, Reinhart. (2000). Los estratos del tiempo. Estudios sobre la historia. Eds. Paidos. Universidad Autónoma de Barcelona. Pg. 75.
MARTÍN, Jay. (2009). Cantos de experiencia. Paidós. Pg. 17.
MELO, J. Orlando.(1985) Indios y Mestizos en la Nueva Granada a finales del siglo XVIII, Bogotá, Banco Popular, 596 págs. La transcripción de Germán Colmenares y Alonso Valencia Llano.
TOBÓN, Sergio. (2007). Competencias en la Educación Superior. Políticas hacia la calidad. ECOE Ed. Colombia. Pg. 28.
ZULUAGA, O. Lucía. (2004) Modernización de los sistemas educativos iberoamericanos siglo XX. Ed. Magisterio. Bogotá. Pg. 127.

 

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